Las Pedroñeras es la capital mundial del ajo. Concretamente del ajo morado. Está por donde los molinos de don Quijote, muy cerca de El Toboso, en un punto donde confluyen Cuenca, Ciudad Real, Toledo y Albacete. Solo nos faltaria agregar Guadalajara para tener a toda Castilla La Mancha.
Un atrevido empresario local estaba dispuesto a que Las Pedroñeras aterrizara en el grupo de los torneos con pasta, de esos que llaman atención a la primera. Así que de la mano de un entusiasta organizador local monta un maratón con 10.000 € en premios. Seis mil para los ganadores y tres mil para los segundos. Y además, los premios serian fijos, fuesen las parejas que fueran.
Por La Mancha la noticia corrió como la pólvora. Todos querían saber detalles. Y los detalles no estaban claros. Como en un carrusel las noticias corrían más rápido que los móviles y lo que hoy era cierto, un día después podía no serlo.
La pregunta venía a ser siempre la misma. ¿Va a poder jugar todo el mundo?
¿Se imaginan por donde van los tiros?
Flores, el propietario del Asador Donosty’s de Las Pedroñeras, y Cruz Garcia, director del torneo, se pusieron las pilas y recabaron ayuda. Todos los pequeños clubes de mus que participan en una liguilla en Castilla La Mancha, y que forman el embrión de la Federación Castellano Manchega de Mus, dieron su apoyo a la organización y comprometieron su participación en la forma que hiciera falta. Algunos hacían más falta que

Las noticias que antes eran YES, empezaron a decir NO. Así que cualquiera que quisiera, sabía perfectamente que los Maginsa no iban a poder jugar. Las preinscripciones llovieron, pero se avisó que ninguna era segura hasta comprobar documentalmente la identidad de los interesados. Así que todos con el DNI entre los dientes y enseñando la patita.
Llego el día del torneo, el 21 de julio, y allí se congregaron muchas parejas de la región, y también de Madrid y hasta de Tarragona.
También se presento D. Alberto González, con su hermano Javier, Jesús Igualador y José el Mobli. Todo el mundo estaba expectante, atentos a la maniobra. La organización declinó cortésmente a todos ellos la inscripción, haciendo uso de las bases del torneo, y allí paz y después gloria.
87 parejas, cifra increíble para esta zona, se dispusieron a disfrutar de una tarde-noche de mus sin sobresaltos ni mosqueos.
Pero El Sr. González, don Alberto, no practica la elegancia social del mutis y su soberbia no le permite darse cuenta que cuando no eres bien recibido en un sitio, lo mejor es desaparecer con la mayor dignidad posible. El Lobo Feroz prefirió amenazar con una denuncia proclamando que si él no jugaba no jugaba nadie, y seguido de los Tres Lobitos encamino sus pasos hacia la comisaría más cercana.
Indagó sobre hora de cierre del restaurante (de sobra sabe él que un maratón no puede acabar antes de las 3 de la mañana), elucubró sobre las retenciones de los importantes premios (también de este tema sabe bastante), se hizo la victima invocando el texto constitucional sobre la discriminación, y apelo a los gastos sufridos por el desplazamiento (debería haber invocado el lucro cesante de su más que posible triunfo).
La Función Pública no sabe el inspector tan cualificado que se está perdiendo, que entiende de todo y además trabaja hasta fuera de horas. Llego a enumerar hasta 5 denuncias que estaba dispuesto a poner.
La policía no sabía como dar satisfacción a tanta tribulación. Acudió al torneo para ver como resolver aquel entuerto. Pero allí estaban Pulgarcito y el Sastrecillo Valiente que les dieron la solución. Dado que estábamos en Las Pedroñeras, lo mejor seria darles ajo. Ajo y agua.
No sabemos si a la postre, los presuntos denunciantes se llevaron alguna ristra de ajos, como todos los que participaron en el torneo, o si algún Sancho manchego les ilumino con algún certero consejo. El caso es que la cuadrilla desapareció sin comerse a Caperucita ni a su abuelita.
Conviene tomar nota. Si alguien quiere organizar un torneo y se le ocurre poner premios muy llamativos ya sabe que el inspector González estará al acecho de que se cumpla la normativa. Eso es lo que le gusta al Sr. González. Y eso es justamente lo que hay que hacer con él. Aplicarle la normativa.
Para un torneo nuevo que surge parece que no tenemos cosa mejor que hac

Con denuncias o sin ellas, con razón o sin ella, con pataleta o sin ella, lo que quedo claro y meridiano es que la mayoría de las 87 parejas inscritas no deseaban contar con ellos y esperaban de la organización lo que hizo. Y eso no lo va a poder cambiar nadie, por muchas denuncias con que amenacen. Que fácil es hacer el ridículo sin necesidad.
Con todo esto el inicio del torneo se demoro un tanto. El proceso de inscripción fue algo mas lento al tener que mostrar todo el mundo el DNI, pero nadie protesto pues ya se contaba con ello. Eso suele llamarse solidaridad y comprensión. La organización compenso agilizando de forma espectacular el desarrollo del torneo, quedando la concurrencia complacida y satisfecha.
Satisfechos quedaron también Félix Pérez y Antonio Gutiérrez, de Madrid, que compartieron triunfo con Francisco Castro y Jesús Campanero, de Nambroca.
Terceros fueron Julián Manzano y Raúl Díaz, de Guadalajara.
La luna hacia rato que se había ocultado cuando se repartieron los trofeos. Los girasoles sonreían al sol y el Restaurante Donosty’s prometía repetir.
Ques siga el verano.